El próximo miércoles día 18, a las siete y media de la tardeen los salones de la Casa Revilla

En este año 2012 que acabamos de iniciar se celebra el bicentenario de la Constitución Española, también denominada “La Pepa”, promulgada por las Cortes Generales de España el 19 de marzo de 1812 en Cádiz. La importancia histórica de la misma es grande, al tratarse de la primera Constitución promulgada en España, además de ser una de las más liberales de su tiempo. Oficialmente estuvo en vigencia dos años, desde su promulgación y hasta el 19 de marzo de 1814, con el regreso a España de Fernando VII.  Posteriormente estuvo vigente durante el llamado Trienio Liberal (1820-1823), así como durante un breve período entre 1836 y 1837, bajo el gobierno progresista que preparaba la Constitución de 1837.

La constitución de 1812 establecía el sufragio universal masculino indirecto, la soberanía nacional, la monarquía constitucional, la separación de poderes, la libertad de imprenta, acordaba el reparto de tierras y la libertad de industria entre otras cosas.

Consciente de ello, el Ateneo de Valladolid quiere arrancar sus actividades del primer trimestre del 2012 con una mesa redonda que tendrá lugar en los salones de la Casa Revilla y que, moderada por el director de la Sección de Ciencias Jurídicas, José María de la Cuesta, analizará y dará una visión de la que fue primera Carta Magna de este país. En la citada mesa redonda, a celebrar el próximo miércoles, día 18 de enero, a las 19.30 horas de la tarde, intervendrán también los catedráticos Fernando Rey Martínez, Emiliano González Díez y José Luis Martínez López. Diversas opiniones de ilustres juristas que dibujarán, entre todos, el perfil más acorde a esta Constitución de 1812 que celebrará este año su Bicentenario.

Oportuno será también recordar que la Constitución de Cádiz, “La Pepa”, traducida al italiano y con algunas pequeñas modificaciones, fue puesta en vigencia como primera Constitución del Reino de las Dos Sicilias por decisión del Parlamento de ese país el 9 de diciembre de 1820 y sancionada por el Rey Fernando I.