Historia

ANTE EL SESQUICENTENARIO DEL ATENEO DE VALLADOLID (1872-2022)

Celso Almuiña
Catedrático emérito de Historia Contemporánea, UVa

«Por su presidencia pasaron hombres de las más opuestas tendencias, justificando con ello su neutralidad y todos cumplieron como buenos poniendo alma en la empresa. ¡Ay del Ateneo si alguno hubiese regateado el esfuerzo! Hoy el Ateneo vive y puede asegurarse que no morirá jamás porque en su vida tiene ganada la palma del sacrificio y tiene un valor que puede medirse; pues nadie tiene otro derecho de la propia valoración que la medida que fue capaz de sufrir y de vencer. Y el Ateneo ha vencido, en cuanto vive».
(Mariano de Prada: El Norte de Castilla, 1920)

Se dice pronto, ciento cincuenta años atesora el Ateneo de Valladolid desde su fundación en 1872. Dentro del contexto de la etapa progresista que conocemos como Sexenio Revolucionario (1868-74) un inquieto grupo de jóvenes veinteañeros dispuestos a darse a conocer más que a buscar nuevas propuestas sociales crean una sociedad cultural a la que denominan Ateneo. Nombre en recuerdo de Atenea diosa de la sabiduría, pero también de la guerra. Sabiduría (racionalidad) en lucha constante contra la ignorancia (irracionalidad).

  1. Orígenes. Ateneo Literario

El ateneo de Valladolid se inaugura el domingo 2 de junio de 1872. Se ubicará durante bastante tiempo en la Casa Cervantes, por lo que será conocido como Ateneo Cervantista. Sin embargo, su nombre oficial es Ateneo Literario, Científico y Cultural. Su primera Junta fundacional bien merece ser recordada: Presidente, el médico progresista Lucas Guerra (1872-1874). Secretario: Anselmo Salvá (divulgador). Vocales: Emilio Ferrari (poeta), José María Lacort (profesor), Albino Madrazo (periodista), José Estrañi (poeta y periodista), Fermín Herrán (periodista), Vicente Colorado (periodista), Ricardo Macías Picavea (profesor), el farmacéutico Mariano Pérez Mínguez (nuevo presidente entre 1875-1887), Ramón Barco (periodista) y José Llanos (¿escritor?).

En cuanto a sus líneas de actuación estamos ante un centro de «tertulias literarias, artísticas y recitales poéticos». Precisamente por su ubicación, en estos primeros años se centran especialmente en lo cervantino; o sea, en lo literario con gran presencia de la poesía.

Se han hecho demasiadas cábalas en torno al militar Eduardo Ozcáriz como fundador. Su participación, al menos directa, es nula. No llegó a ocupar ningún cargo en la recién creada institución. Ozcariz había creado la revista semanal El Museo (12 de noviembre 1871 a 25 agosto de 1872) estrictamente como de «instrucción y de recreo». Alejada expresamente de la ebullición ideológico-política-cultural del momento. No es un militar progresista como alguno de sus colegas que habían destronado a Isabel II (1868). En febrero de 1872, por un asunto de faldas entre un universitario y un cadete de la Academia de Caballerías se desencadena una encendida crisis entre autoridades militares (director) frente a académicas (rector) y políticas (gobernador). Ozcáriz, como militar, se pone de parte de sus cadetes; lo que le distancia de sus redactores jóvenes universitarios. El Museo consigue sobrevivir apenas un trimestre más. Hay que tener en cuenta, además, la débil salud de Ozcáriz que le conduce a una muerte prematura (marzo de 1874). Sin embargo, junto con algunos de sus redactores (Ferrari y otros) sí parece que lanzan la idea de la fundación de un ateneo. Idea que cuenta con el apoyo de El Norte de Castilla a diferencia de La Crónica Mercantil. También de La Peñola, que se convertirá muy pronto en portavoz oficial del nuevo Ateneo (AlmuiñA: La Prensa Vallisoletana en el siglo xix. Valladolid, 1977).

Del plantel de los jóvenes con inquietudes literarias, especialmente poéticas –Generación del Sexenio Revolucionario– algunos pasan a formar parte de la primera Junta de Gobierno del Ateneo. Junta presidida por el médico Lucas Guerra perteneciente a la generación anterior (nacido en 1820) y muy concienciado ante los problemas políticos del momento.

No se puede entender el nacimiento de nuestro Ateneo sin tener en cuenta el contexto histórico de la segunda mitad del siglo xix, que conlleva el destronamiento de la reina Isabel II (1868) y abre una nueva etapa con unos planteamientos radicalmente distintos especialmente en el campo ideológico, político y cultural frente al «moderantismo» (conservadurismo) isabelino. En el terreno ideológico, para que el Vaticano reconozca como reina a Isabel, se le entregará el control de la enseñanza (Concordato de 1851). Un grupo selecto de catedráticos progresistas de la Universidad Central (Castelar, Salmerón, Morayta y Montalbán, rector) se oponen a las directrices ministeriales ultracatólicas lo que provoca su expulsión y el consiguiente levantamiento estudiantil (Noche de San Daniel, 1866). El sistema político acentuadamente conservador (restringido y manipulado) es ya insostenible, máxime después del movimiento revolucionario europeo de 1848. Como dato: sólo un 5 % de la población española tiene derecho a voto. La crisis económica (1865-73) hace estallar el sistema isabelino a la vez que va a lastrar la base del Sexenio, especialmente durante la etapa de la Primera República (1873). En lo cultural, el krausismo –puritanismo laico– tan necesario frente a la corrupción generalizada de la etapa anterior gana adeptos rápidamente entre las élites culturales más concienciadas, que terminan por encuadrarse dentro de la denominada Institución Libre de Enseñanza (ILE). A diferencia del madrileño, de nada de esto se hace eco el naciente Ateneo vallisoletano. Se refugia en un particular universo literario con gran tendencia hacia lo lírico (poético).

Tras una breve crisis, es reactivado en 1875 dentro ya de las coordenadas del régimen restaurado (Alfon- so XII). Su nuevo presidente es el inquieto farmacéutico Mariano Pérez Mínguez, que ostentará la presidencia nada menos que durante doce años (hasta 1887) y como secretario Eleuterio Díez Rodríguez, copropietario de la Casa Cervantes sede del Ateneo. En cuanto a las actividades, aparte de certámenes literarios, se comienza a cultivar la vertiente musical, que ha sido una de las columnas vertebradoras del Ateneo de Valladolid, proseguida e incluso acentuada durante la presidencia de Josemaría de Campos Setién (1970-2000).

Hecho destacable de esta etapa es la presencia en Valladolid (17 de marzo de 1876), en gira promocional, del recién «restaurado» rey, el joven Alfonso XII para inaugurar el monumento a Cervantes (Plaza Universidad) promovido por el Ateneo. En correspondencia es nombrado presidente honorario del Ateneo.

No conocemos las causas. Sin embargo, lo cierto es que a partir de 1887 no encontramos noticias acerca de posibles actividades del Ateneo. Podemos hablar de «estado durmiente». No por presiones políticas, entende- mos, porque estamos ante una etapa de relativa tolerancia, tal vez ideológicas; en todo caso falta de actividad. Vacío que no se recuperará hasta 1909 de la mano de la generación que podemos denominar regeneradora o regionalista; la cual le va a dar una orientación totalmente nueva al enfrentarse con los principales problemas del momento: sociales, reestructuración de estado, cultura comprometida; de todo lo cual el Ateneo se convier- te en activo protagonista.

  1. El Ateneo ante el regeneracionismo

A principios del siglo xx comienza a extenderse el movimiento regionalista partiendo de Barcelona. Para hacerse eco de esta nueva corriente se crea en Valladolid la Sociedad Castellana de Excursiones (1903-20) promovida por el arquitecto e historiador Agapito Revilla acompañado de veinticinco eruditos como Alonso Cortés, Martí Monsó, Pérez Rubín, etc. (Almuiña: «Introducción». Boletín de la Sociedad Castellana de Excursiones. Tomo I, 1982).

Dentro de este contexto se pretende recuperar al «durmiente» Ateneo. De entrada, surgen más problemas de los previstos. Es cierto que la restauración tiene muy poco que ver con la etapa anterior, puesto que se trata de crear un ateneo moderno frente al anterior predominantemente literario. Un ateneo que sea ágora abierta para el debate de los grandes problemas del momento. Contexto español ciertamente crítico tras la crisis del 98: Semana Trágica de Barcelona (1909), confrontación entre derechas e izquierdas (Maura, no: caso Ferrer Guardia), defensa de la libertad religiosa (Canalejas: Ley del candado), reacción intelectual (Generación del 98), etcétera. Toda esta compleja situación de fondo se traduce en serias dificultades para el rescate del Ateneo especialmente por parte de grupos ultracatólicos. En principio, el apoyo inicial, las «adhesiones», a la propues- ta parecen mayoritarias. Sin embargo, muy pronto estos grupos, cuyos portavoces son los periódicos católicos locales El Porvenir y el Diario Regional, se oponen a una tribuna totalmente abierta a cualquier temática. La religión debe quedar al margen. Pese a redoblados intentos por parte de los promotores, un grupo relativamente importante se dan de baja como posibles socios.

De todas formas, se presentan dos candidaturas. Resulta elegida como Junta de Gobierno para el periodo 1909 a 1912 la compuesta por Presidente: Vicente Gay Forner. Vicepresidente: Manuel Sanz Benito. Secreta- rio: Mariano Sanz Izquierdo. Tesorero: Francisco Zorrilla. Contador: Eduardo Villegas. Bibliotecario: Baldo- mero Diez Lozano. Vocales: Baldomero Villegas, Benito de la Cuesta, Isidoro de la Villa, Daniel Gabaldá y Andrés Torres Ruiz.

Por lo que se refiere a la espinosa cuestión religiosa las reticencias de los ultracatólicos se perciben ya desde el mismo comienzo (1872), aunque por tratarse de un ateneo «literario» no se prestase precisamente para muchas confrontaciones ideológicas. No obstante, ya en 1876 encontramos como se tacha de «tiranista (sic), racionalista y herético» nada menos que a Pepe Estrañi, por entonces celebrado poeta; aunque por encima de todo es un reconocido periodista satírico. Por sus mordaces críticas al gobernador civil será obligado más tarde a «exiliarse» de Valladolid a Santander. Personaje muy popular, sobrado de ingenio, pero no precisamente peligroso liberaloide.

Más calado, en este terreno, va a tener las frecuentes invitaciones a participar en conferencias y debates, entre otros, al presidente del ateneo de Palencia, Julio Cejador Frauca (1864-1927), catedrático del instituto, poliglota, gran erudito, hábil conferenciante y exjesuita. Todo ello para el sector reaccionario supone reafir- marse en sus temores iniciales ante una ideología que «ni siquiera respeta la sagrada religión católica». En definitiva, nada nuevo, oposición a la libertad de cátedra, una de las señas de identidad precisamente de los nuevos ateneos.

En cuanto al otro tema del momento, es el naciente regionalismo, que en Cataluña va a dar el salto del campo cultural al político tras la Primera Guerra Mundial (Estatuto de 1919); el cual, tras el impasse impuesto por la dictadura de Primo de Rivera, se va a convertir en uno de los elementos más perturbadores durante la Segunda República.
Por lo que se refiere a esta primera etapa –autonomía administrativa– el Ateneo de Valladolid, por boca del nuevo presidente Gay Forner (de formación germánica y futuro líder del Partido Unión Patriótica), se recoge el guante:


«Gran obra es esta del Ateneo, por la cual merecen bien de todos los vallisoletanos, los que con nobles alientos la han realizado; hermosa obra ésta a la que todos tenemos el deber de cooperar con decisión, para que, viviendo vida próspera, pueda realizar el Ateneo todos sus altos fines, convirtiendo, merced a su labor, la ciudad en cerebro de la región, en que el espíritu entero de ésta se concentre y que tenga viva y auténtica expresión».

También las Juntas de Gobierno siguientes van a prestar creciente atención a esta nueva corriente regionalizadora. No obstante, desde posiciones cada vez más críticas. Entre 1912 y 1914 preside Álvaro Olea Pimentel y de 1914 a 1918 Antonio Royo Villanova, (catedrático y director de El Norte de Castilla) futuro prototipo de anticatalanismo. Dentro de esta misma línea, en la inauguración del curso 1914-15, Francisco de Cossío diserta sobre el sentimiento castellanista y como complemento se celebra (16 de mayo) la Fiesta de la Copla Castellana presentada por Narciso Alonso Cortés y Ricardo Allué.

Ni que decir tiene que esta problemática seguirá estando muy presente en la etapa siguiente (1918-1921), puesto que la nueva Junta está presidida precisamente por el gran erudito y conocedor del celtismo, Narciso Alonso Cortés y como secretario: Federico Santander (alcalde). Destacar que bajo esta presidencia se llevan a cabo obras que «remozan y embellecen» la sede del Ateneo en la calle Mendizábal, 4 (Menéndez Pelayo) para cuya inauguración (8 de abril de 1920) acude nada menos que el rey Alfonso XIII.

Alonso Cortés, ante la presencia del Rey, señala cuál deben ser, a su entender, la línea a defender princi- palmente por parte del Ateneo: «atender a la personalidad y papel de Castilla». Al respecto, en un «improvi- sado» discurso (sin papeles) Alfonso XIII recuerda: «Mi primer título, después de rey de España es el de rey de Castilla y tengo que responder cuando de Castilla se habla». El Rey, por si acaso, matiza los entusiasmos regionalistas del presidente y secretario:

«Castilla hizo por España más que entregarse en una generosa expansión, mientras se debilitaba derramándose por América, en Europa, avanzando a través de extraños enemigos (…). El carácter castellano no solo es seco y áspero y veraz y leal, es también romántico: acaso lo más hermoso que hizo Castilla por España fue entregar su bandera. (…). Cuando se invoca el nombre de Castilla se invoca el nombre de España. Aquí el regionalismo es para España».

Aplausos, atronadores. Castilla se ve refrendada de mano real frente al creciente nacionalismo catalán, que va a adquirir tintes épicos a lo largo de la Segunda República.

Entre otras muchas iniciativas, por ejemplo, en 1922, se aprovecha un homenaje a Gabriel y Galán para resaltar la hermandad salmantino-vallisoletana dentro de «unas insuperables fiestas de arte y regionalismo sin precedentes y sin posible repetición».

A continuación, encontramos las siguientes Juntas de Gobierno presididas, entre 1921 y 1923, por Federico Santander (periodista). Del 1924 a 1926, Andrés Torres Ruiz (catedrático de Filosofía) y vicepresidente Francisco de Cossío (periodista). Entre 1926 y 1928 Arturo Pérez Martín (catedrático). A caballo entre la Dictadura y la Segunda República, de 1928 a 1932, Francisco de Cossío.

Hay que destacar que, aparte de la atención a la corriente regionalista, con el toque especial de Alfonso XIII, el Ateneo durante estos años presta atención destacada a la literatura y música. Poetas locales como Luelmo, Pino, Cortejoso, Calzada, etc.; pero también grandes promesas de la talla de Federico García Lorca, Gerardo Diego, Alberti, etcétera pasaron por el Ateneo vallisoletano. A José María de Cossío le cabe el honor de ser desde esta ágora gran dinamizador de esta generación, conocida como la Generación del 27.


En cuanto a la música, basta con ver el detallado estudio de Josemaría de Campos (Quehacer musical del Ateneo de Valladolid, 2004) para apreciar la atención que se le prestaba. Desde grandes intérpretes a músicos locales, lo que podemos denominar como música castellana, disfrutan de frecuente presencia en el quehacer ateneístico. Aspecto, desgraciadamente, no superado. En esta línea, ya en la Republica (1934) se crea la cátedra de música dirigida por el agustino Enrique Villalba. También se atiende a la pintura con exposiciones de Mariano de Cossío, García Benito, Aurelio García Lesmes, etc. Mención especial merece la joven pintora Ángeles Santos con sus primeras exposiciones.

Conviene no olvidar que, para trascender a los estrechos límites del marco de las conferencias presenciales, en 1914 se crea, precisamente bajo la dirección de Narciso Alonso Cortés, una nueva publicación: ATENEO. Revista Mensual del Ateneo de Valladolid. Al menos, que sepamos, se publicaron ocho números (mayo a diciembre). Seguramente también fue víctima «colateral» de la Gran Guerra. Iniciativa digna de destacarse. Abuela de nuestra actual Gaceta Cultural.

  1. Momentos críticos: Ante el nacionalismo (1931-36)

El que podemos considerar como el primer Ateneo republicano, tras las correspondientes elecciones, está presidido (1932-34) por el catedrático de Medicina y activista político Misael Bañuelos. Como vicepresidente Federico Landrove López (hijo de Landrove Moiño, alcalde socialista). Secretario: Nicomedes Sanz y Ruiz de la Peña (periodista y poeta). Durante el segundo periodo de la etapa republicana, entre 1934 y 1936, preside Rafael Argüelles López, catedrático también de Medicina.

Sin duda, el problema central para nuestro Ateneo de toda la etapa republicana es la reestructuración del estado con un primer momento de intenso anticatalanismo. Los tres pivotes antinacionalistas en la capital castellana son: El Norte de Castilla, propiedad de Santiago Alba y sobre todo por parte del antiguo director y catedrático Royo Villanova (Partido Agrario); la Diputación Provincial y el Ateneo desde el presidente Bañue- los, Alonso Cortés, Pérez Martín y una larga lista de profesores, periodistas o simples eruditos. Un apasionado hervidero discursivo. Aprobado el estatuto para Cataluña (1932), entramos en una nueva fase con el giro a lograr también un Estatuto para Castilla. Sus principales valedores son, entre otros muchos, Bañuelos, Pérez Martín, Alonso Cortés («lo que es bueno para Cataluña también tiene que serlo para Castilla), etc. La CEDA a punto está de iniciar la discusión formal en mayo de 1936. Intento frustrado por la inmediata sublevación militar. (AlmuiñA: El Regionalismo Castellano. Introducción a la Historia de Castilla, Burgos, 2001).

Aunque se tratan muchos otros temas de carácter social o económico (Trigo, Cuenca del Duero, etc.) de fondo late el mismo problema de forma directa o indirecta. Aparte desde luego de la candente cuestión religiosa, situación social y crisis política.

Con el estallido de la Guerra Civil, el presidente, recién elegido, es Guillermo Castañón Albertos (1936-38). Le sucede el periodista Nicomedes Sanz y Ruiz de la Peña (1938-44). La guerra termina también por destruir al Ateneo. Entre las víctimas de la irracional violencia encontramos además a dos de sus presidentes, uno de cada bando, Federico Santander y Andrés Torres Ruiz; los cuales desde sus respectivas posturas ideológicas habían apostado por la racionalidad y el entendimiento. Dolorosa frustración para el Ateneo ante el triunfo del desenfrenado irracionalismo y desde luego tragedia inconmensurable para toda la sociedad española ante tal incivil situación.

  1. Portavoz ideológico

El falangista, Delegado de Información y Turismo, Antolín de Santiago se autonombra presidente del Ate- neo desde 1944 a 1956; mientras descargando el día a día en manos de los «directores» (figura totalmente desconocida durante toda la larga vida de la institución) Enrique Gavilán (1946-50) y Ángel de Pablos Chapado (1950-56). Le sucederán destacados miembros de la iglesia (opus) como el catedrático Luis Miguel Enciso (1956-62) y el periodista Manuel Fernández Areal (1962-65). Con el catedrático Alfonso Candau (1965-70) vuelve el falangismo a la presidencia del Ateneo. Del falangismo e iglesia se pasa el testigo a dos militares: al general de división Josemaría de Campos (1970-2000) y al coronel Gonzalo Muinelo (2000-2008). Bien es verdad que estos dos últimos tras las correspondientes elecciones. Con cierto retraso (desajuste) la evolución en la presidencia del Ateneo de Valladolid es muy similar a lo que sucede en otra serie de instituciones espa- ñolas durante la segunda mitad del siglo xx.

El Ateneo de Valladolid, pese a caer dentro del bando franquista, es otra de sus múltiples víctimas. En 1944 es desahuciado de la calle Medizábal (núm. 4) «por impago de alquiler». El Ayuntamiento le cederá en preca- rio la Casa Zorrilla. Ante la nueva situación tiene que trasmutar su nombre por Centro Cultural José Zorrilla subordinado obviamente a la Delegación Provincial de la Subsecretaria de Educación Popular; cuyo titular, Antolín de Santiago y Juárez, figura como presidente. En 1950, recobrará su nombre bajo la «dirección» de Ángel de Pablos Chapado.

De la etapa de Antolín de Santiago hay dos actuaciones que han resultado perdurables: la creación en 1953 del Premio de Novela Corta, hoy Premio de Novela Ateneo-Ciudad de Valladolid con 70 ediciones cumplidas (2023) y, en 1956, la Semana Internacional de Cine Religioso y Valores Humanos (Seminci); la cual, indirec- tamente, va a repercutir también dentro del quehacer ateneístico con la creación de una específica Sección de Cine, capitaneada durante tantos años por el recordado Cándido Fernández.

La importancia, más simbólica que real, de la etapa de Luis Miguel Enciso (1956-62) reside en que al me- nos oficialmente la presidencia del Ateneo, ya no la detenta la misma persona que el Delegado Provincial de Educación Popular. Su domicilio seguirá estando en la Casa Zorrilla.

Los años 60, pese a la euforia desarrollista, es aún demasiado pronto como para que el Ateneo se independi- ce ideológicamente. En 1965, es elegido presidente el exfalangista, catedrático de Filosofía de la UVa, Alfonso Candau (futuro rector). La primera acción es buscar una nueva sede, cohabitando con la Asociación de la Pren- sa en la Plaza de España (núm. 10-2.º).

La larga y excepcional etapa, que preside Josemaría de Campos Setién (1970-2000), podríamos denominar- la «sin techo»; puesto que, desahuciados por rehabilitación del edificio de Plaza de España, el domicilio oficial del Ateneo pasa a ser el particular del presidente. Los restos de la biblioteca, que consiguieron sobrevivir al espolio de los años trágicos, son depositados en la Casa Zorrilla y en la actualidad en el Archivo Municipal. Mientras el quehacer cotidiano se ha tenido que desarrollar en los salones disponibles de las Cajas de Ahorros. Y no menos importante el apoyo, como no se había tenido ni se ha vuelto a tener, de la Institución Cultural Simancas (Diputación de Valladolid) para la edición de libros. Numerosas publicaciones se editaron por esos años como la Historia de Valladolid (inconclusa, pese al empeño personal como exdirector de la Sección de Historia), La Literatura en el Siglo xx, monografías de Arte, Arquitectura, Música, Biografías, Poesía, etc. Momento áureo de la edición ateneística.

De esta larga etapa, si tuviésemos que destacar una temática estrella, es sin duda la religión. Múltiples y reiterados ciclos y conferencias impartidos por conocidos teólogos del momento como Cardedal, Caffarena, Ureña y un largo etcétera. El presidente en este sentido dejó persistente huella de sus convicciones. Reiterada será la comparación (contraposición) entre cristianismo y marxismo. Sin olvidarnos de la música. Hay que hacer referencia también a algunos temas realmente novedosos sobre agua, circulación, medicina o urbanismo.

Hay un tema que conviene no pasar por alto de esta etapa: el empeño de «despolitizar» el Ateneo. Cho- que que se produce precisamente bajo el gobierno de la UCD, bajo el primer gobierno democrático. Tras el recordado Delegado de Información y Turismo, Carmelo Romero –cineasta convencido– le sucede un técnico tampoco nada intervencionista, Miguel Ángel Serrano. El empeño de la UCD para nombrar un «político» en vez de un «técnico» desata abierta campaña de prensa (febrero de 1978); lo cual no deja de ser un signo de los nuevos tiempos. Sin embargo, el gobierno se sale con la suya (ministro de Cultura, Clavero Arévalo) nombra como Delegado al pintor José David Redondo. En honor a la verdad, muy poco «político»; aunque si se volve- rá a cierto intervencionismo bajo el nuevo ministro de Cultura Ricardo de la Cierva.

  1. En pos de la identidad ateneísta

Gonzalo Muinelo, presidente (2000-2008), pondrá gran empeño en rescatar o más bien redefinir lo que a su entender debieran ser las señas de identidad de un ateneo: «recobrar el compromiso activo con la vida cul- tural». Gran cinéfilo, el séptimo arte será una de las dimensiones básicas del Ateneo bajo su presidencia. Así como en la conmemoración de grandes gestas históricas. Por otra parte, como escritor aficionado, va a partici- par por primera vez como miembro del jurado de los Premios de Novela. Otras actividades literarias han sido también impulsadas como el Premio de Novela Juvenil o de Poesía.

Desde que en 1985 la Asociación de la Prensa-Ateneo son desahuciados de la Plaza de España, el domicilio particular del presidente Campos Setien será la sede oficial durante quince años. En el 2000, Muinelo alquila en muy buenas condiciones una nueva sede en Plaza Mayor (11-3.º). Sin embargo, la buhardilla, en no muy buen estado, está situada en un tercer piso tras una «pindia» (pendiente) escalera no apta precisamente para edades sobradas de experiencias, pero menguadas fuerzas físicas. Los restos supervivientes de la biblioteca son depositados en el Centro Cultural Rosa Chacel, luego en la Casa Zorrilla y actualmente en el Archivo Municipal.

Al próximo presidente, Ángel María de Pablos (2008-2014), le ha correspondido buscar un nuevo domici- lio: cohabitación con el Círculo Alemán en el Paseo de Recoletos, (19-1.º). El seguir «sin techo», pese a las reiteradas tentativas de todas las Junta de Gobierno, es seguramente el principal problema, funcional y no menos también económico, que sigue cronificado. Ya en 1978, el Director General de Cultura Popular, Carlos Ballester, había prometido: «Si nos dan un edificio, Valladolid podrá contar con una casa de Cultura»; en donde podría tener cabida el Ateneo junto a otra serie de instituciones o fundaciones. El reiterado intento se ha que- dado petrificado en piadosas promesas culturales de los primeros momentos democráticos.

  1. Este es el pasado. Se hace camino al andar

«Pasó ya el tiempo en que creer con fuerza tal lo que no vimos nos invita a negar lo que miramos».
(Ángel gonzález: Cuaderno 62.)

A partir de 2015 nueva Junta de Gobierno, presidida por Celso Almuiña. Vicepresidentes: Ricardo Martín de la Guardia y Concepción Porras. Secretaria, Dulce N. de M.ª País. Tesorero, José Manuel Pérez Ríos. Directora de Comunicación (Dir.-Com.) Ana Velasco Molpeceres. Directores de Sección: Ciencias, Alfonso Velasco; Ciencias Jurídicas, Celia Martínez; Cultura, Eduardo Pedruelo; Economía, José Manuel Pérez Ríos; Historia, Guillermo Pérez Sánchez; Historia del Arte y Excursiones, Concepción Porras; Literatura, Angélica Tanarro; Medios Audiovisuales, Jorge Praga; Movimientos Sociales, Ricardo Martín de la Guardia y Pensamiento, Javier Peña Echeverría.


Por nuestra parte, la finalidad y razón de ser de todo ateneo está definida desde el principio: «La presencia de la voz ateneísta vuelve a ser imprescindible. La reflexión plural, sosegada, tolerante, crítica, no demagó- gica; pero sí comprometida tiene más razón de ser que nunca. Ninguno de los graves problemas que afectan a nuestras sociedades debiera ser ajeno al debate dentro de esta ágora cultural». (AlmuiñA: Editorial. Gaceta Cultural, núm. 75, enero de 1915).


Con esta finalidad se ha actuado de forma particular en una complementaria doble dirección: En el ágora de debates (véase la correspondiente programación en cada número de la revista) y/o con la pluma en la Gaceta Cultural (en papel para socios y abierta en web) con una media por curso entre cuarenta/cincuenta personalidades de reconocido prestigio. La valoración, a juicio de cada cual. No obstante, dato incontestable, la asistencia a las conferencias en no pocos casos fue necesario restringirla por limitaciones de aforo. La pandemia en este sentido, con el obligado cierre temporal, nos afectó sobremanera en cuanto a las reuniones presenciales.

Continuada atención se le ha prestado por supuesto al Premio de Novela Ateneo-Ciudad de Valladolid (núm. 70, 2023). El segundo más antiguo de España (1953) después del Nadal, con un premio de 20.000 eu- ros (sufragados por el Ayuntamiento), gran equipo de lectores (cerca del medio centenar), jurado altamente cualificado (en estos momentos tres miembros premio Nadal), cuidada edición (Menoscuarto) y creciente repercusión nacional e incluso internacional. Objetivo (semi) cumplido. A seguir haciendo camino al novelar. Con el fin de reconocer méritos de vallisoletanos sobresalientes se ha creado el membrete de Excelencia Cultural con la elección anual de una personalidad que haya destacado en cualquier campo del conocimiento o actividad profesional.


Si la aproximación intelectual (revista Ateneo) y vital, excursiones a nuestro medio geohistórico, han sido actividades muy queridas del viejo Ateneo; por nuestra parte, hemos pretendido no abandonar esa original vía de contacto directo. Sin embargo, dada la actual facilidad para poder movernos por entornos próximos, hemos ampliado nuestra mirada hacia el exterior organizando excursiones culturales a cargo de la profesora de Historia del Arte Concepción Porras. La parte erudita procuramos atenderla en la Gaceta Cultural (Temas de Valladolid) y la histórico-artística mediante conferencias o debates específicos.

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Resumir en pocas líneas ciento cincuenta años (sesquicentenario) transcurridos entre 1872 y 2022 es tarea realmente imposible dado que las actividades han sido múltiples (tema para tesis doctoral), pero también en no pocos casos por falta de fuentes. Sí hasta avanzado el siglo pasado (años 80) los periódicos vallisoletanos (El Norte de Castilla, Diario Regional y Libertad) han venido prestando gran atención a las actividades ateneístas, muy diferente es la situación actual. Meritoria es la recopilación de noticas periodísticas sobre nuestro Ateneo llevada a cabo por Josemaría de Campos Setién.

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Coda.–Este es nuestro pasado en apretada síntesis. El futuro no está escrito. La nueva generación tendrá que retomar la antorcha so pena de que la indispensable tarea se vea interrumpida. La actual situación social es realmente compleja y cambiante, precisamente por ello el debate sosegado y por personas realmente cualifica- das (no simples opinadores «doctores» por Wikipedia) seguirán siendo hoy, incluso más que ayer, imprescindibles. Esta ha sido la apuesta y el reto permanente de todos los ateneístas –socios y juntas de gobierno– desde hace siglo y medio en pro de la difusión de todo lo que denominamos Cultura; o sea, instrumentos de perfeccionamiento personal y humanización de las relaciones sociales.